LA MUERTE DE JESUS SEGÚN LA CIENCIA


La crucifixión es uno de los métodos de muerte más terribles de la historia de la humanidad, provocadora de una agonía indescriptible. Muchos de los condenados a morir en la cruz fallecían por asfixia, debido al agotamiento.

Jesucristo murió en la cruz, pero antes de ser crucificado sufrió una intensa tortura. El castigo fue intenso, provocándole profundas laceraciones y una considerable pérdida de sangre. Después, sus muñecas fueron clavadas al patíbulum (el madero horizontal) y luego que el patíbulum fuera alzado hasta el poste vertical o estípite, sus pies fueron clavados al estípite.

Según los Evangelios, Jesús murió a las pocas horas de ser crucificado, aunque para asegurarse, y tal como era costumbre, le clavaron una lanza en el costado.

Pero según la ciencia se puede decir que la causa de muerte de Jesús fue un paro cardiorrespiratorio, de acuerdo a Jorge Valenzuela, profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Monterrey, quien ha dedicado gran parte de su carrera al estudio médico de la tortura y fallecimiento del llamado Hijo de Dios y al esclarecimiento de detalles sobre el mismo.

 “Cristo en el Monte de los Olivos presentó una condición médica que es bastante rara: sangre en el sudor. A eso se le llama hematidrosis y se presenta cuando una persona está expuesta a ansiedad extrema, ¿Qué es lo que pasa? Los vasos sanguíneos se rompen debido a la ansiedad y la sangre sale por la glándula sudorípara. Este tipo de ansiedad extrema también se vio en niños que vivían en Londres durante la Segunda Guerra Mundial y fueron bombardeados por los nazis”, explicó.  

También apuntó que la flagelación era una práctica estándar para personas que fueron sentenciadas a muerte en este contexto y que este acto no se realizaba con un simple látigo de cuero, como comúnmente se piensa.

“La flagelación se realizaba con un tipo de látigo que cuenta con varias extensiones que al final tenían incrustados huesos de borrego y bolas de plomo. Al flagelar, el hueso corta la piel y la bola de plomo golpea al tejido. Esto produce contusiones y laceraciones y los tejidos flagelados terminan como masas de músculos, de tendones abiertos, sangrando, que genera mucho dolor. Esta pérdida de sangre contribuye más adelante a un choque hipovolémico, que es el colapso del sistema circulatorio”, agregó.

Como ya es sabido, la tortura de Jesús fue complementada con la burla de una corona de espinas, la cual, el profesor Valenzuela y otros expertos, describen como construida con ramas del árbol ziziphus spina-christi, y que posiblemente estimuló los nervios trigémino y occipital mayor, que “produce un dolor de muelas” intenso y multiplicado.

“Es extraordinariamente difícil respirar en la posición que pusieron a Cristo, es mucho más difícil expirar que inspirar en esta posición, la persona tiene que apoyarse en los pies y tiene que tratar de subir su cuerpo hacia arriba apoyándose en las muñecas que tienen clavos, todo esto va inhibiendo la expiración y va haciendo que la persona retenga Co²”, describió el profesor de medicina, y agregó que hablar hubiera sido casi imposible, pero diferentes fuentes afirman que Jesús sí lo hizo.

“Si nosotros fuéramos a hacer un certificado de defunción, ¿qué escribiríamos? Muerte por paro cardiovascular y respiratorio, debido a choque traumático e hipovolémico, todo causado por crucifixión. Otros factores que probablemente estuvieron involucrados en la muerte fueron la deshidratación; arritmia del corazón producidas por estrés; derrame pericárdico, acumulación de agua entre el corazón y el pericardio; derrame pleural, inducida por los traumatismos, y coagulación intravascular diseminada, es decir, la sangre se coagula y por lo tanto no hay flujo”, concluyó.

El profesor Valenzuela expresó que es importante conocer y reflexionar sobre el sufrimiento de Jesús, algo que no es muy explorado en el cristianismo, pero hizo hincapié en que esta evaluación médica fue construida con evidencia histórica y análisis médico experto.


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